miércoles, 8 de marzo de 2017

El Sur de Adelaida García Morales

El Sur
El Sur seguido de Bene (1945), Adelaida Garcia Morales (1921-2004)

El Sur (Víctor Erice, 1983)

Recuerdo que la noche antes de nuestra salida al campo te pregunté: << ¿Y si no encuentro nada? >> <<Entonces es que no hay agua en esa tierra>>, me respondiste tú, infundiéndome una seguridad que me hizo sentirme superior a cualquier persona de este mundo.
Cuando viniste a llamarme, aún de madrugada, yo te esperaba despierta. Apenas había dormido durante la noche. Salimos con la primera luz del amanecer. La brisa helada de la mañana me cortaba la cara. Había olvidado mi bufanda y tú anudaste la tuya alrededor de mi cabeza, dejándome sólo los ojos al descubierto. Dos hombres nos esperaban tras la cancela. Nos hicieron subir a un coche negro y nos condujeron hasta una tierra casi desierta. No parecían extrañados al verme y me preguntaba si sabrían que era yo quien iba a buscarles el agua. Enseguida supe que tú no les habías informado y, además, que les contrariaba enormemente, por las protestas que dejaron escapar sin ninguna consideración hacia mí. Yo te observaba cómo, sin hacerles caso, te quitabas los guantes y sacabas el péndulo de un bolsillo de tu abrigo, como si fuera un objeto cualquiera. Tu actitud me tranquilizó. Solo cuando llegó el momento de mi intervención se te ocurrió decir mi nombre. <<Se llama Adriana y es la zahorí más joven de España.>> Estabas de muy buen humor y ellos sonrieron ante tus palabras. Pero enseguida mostraron un silencio que a mí me pareció desconfianza. Yo cogí el péndulo intentando exhibir una soltura que sí tenía, pero que, ante la mirada de aquellos hombres, me pareció haber perdido por completo. Cuando intenté concentrarme advertí que estaba temblando. Cerré los ojos para olvidarme de ellos y entonces vino tu voz en mi ayuda. Era como una suave melodía que invadía mi mente, vaciándola de pensamientos y de miedos. Y cuando aquel timbre cálido, en el que me venían tus palabras, se fue apagando hasta que quedó un silencio perfecto, me pareció que todo mi cuerpo se había transformado en aire, había perdido su peso, y mi mente había adquirido una serenidad perfecta. Abrí los ojos y todo me pareció extraordinariamente quieto y cercano. Recuerdo la hierba amarillenta entre duros terrones por debajo del péndulo. Sentía el tacto de todas las cosas sólo con mirarlas. El péndulo había comenzado ya su oscilación y la quietud que reinaba entre nosotros era absoluta. Me sumergí entonces en aquel rito que ya conocía, siguiendo las directrices que el péndulo me señalaba, deteniéndome de vez en cuando, según tus indicaciones, hasta que empecé a notar los giros esperados, muy suaves al principio y más abiertos y violentos al final. Entonces levanté la cabeza. Aquellos hombres me contemplaban con curiosidad y asombro. Yo les había perdido el miedo. Recuerdo que les miré fijamente y, como si les hubiera vencido en alguna contienda, les anuncié que allí mismo, bajo mis pies, se hallaba el agua que deseaban. Ellos no dijeron nada, quizás porque no tuvieran tiempo de reaccionar. Pues tú, sin dudar ni un instante de mi hallazgo, comenzaste a medir la profundidad que debería tener el pozo para encontrar el agua.

Garcia Morales, Adelaida, El Sur seguido de Bene, 2008 edn (Barcelona: Editorial Anagrama, 1985), p. 18-19.

domingo, 5 de marzo de 2017

Nada de Carmen Laforet

XXIV
Nada (1945), Carmen Laforet (1921-2004)


-Ninguna mujer sufriría lo que yo sufro, Andrea... Desde la muerte de Román, Juan no quiere que yo duerma. Dice que soy una bestia que no hago mas que dormir, mientras su hermano aúlla de dolor. Esto, dicho así, chica, da risa... Pero si te lo dicen a medianoche, en la cama!...No, Andrea, no es cosa de risa despertarse medio ahogada, con las manos de un hombre en la garganta. Dice que soy un cerdo, que no hago mas que dormir día y noche. Como no voy a dormir de día si de noche no puedo?... Vuelvo de casa de mi hermana muy tarde y a veces ya lo encuentro esperándome en la calle. Un día me enseno una navaja grande que, según dijo, llevaba por si tardaba yo media hora mas cortarme el cuello... Tu piensas que no se atreverá a hacerlo, pero con un loco así, quien sabe!... Dice que Román se le aparece todas las noches para aconsejarle que me mate... Que harías tu, Andrea? Tu huirías, no?
No espero a que yo le respondiera.
- Y cómo se puede huir cuando el hombre tiene una navaja y unas piernas para seguirte hasta el fin de mundo? Ay, chica, tú no sabes lo que es tener miedo!... Acostarte a las tantas de la madrugada, rendido todo el cuerpo, como yo me acuesto, al lado de un hombre que está loco...
>>Estoy en la cama acechando el momento en que él se duerma para dejar la cabeza hundida en la almohada y descansar al fin. Y veo que él no se duerme nunca. Siento sus ojos abiertos a mi lado. Él está destapado todo, tendido de espaldas y sus grandes costillas laten. A cada momento pregunta: "Estás dormida?"
>>Y yo tengo que hablarle para que se tranquilice. Al fin, no puedo mas, el sueo me va entrando como un dolor negro detrás de los ojos y me voy aflojando, rendida... Inmediatamente siento su respiración cerca, su cuerpo tocando el mio. Y me tengo que despabilar, sudando de miedo, porque sus manos me pasan muy suavemente por la garganta y me vuelven a pasar...
>>Y si siempre fuera malo, chica, yo le podría aborrecer y sería mejor. Pero a veces me acaricia, me pide perdón y se pone a llorar como un niño pequeño... Y yo, que voy a hacer? Me pongo también a llorar y también me entran los remordimientos..., porque todos tenemos nuestros remordimientos, hasta yo, no creas...Y le acaricio también... Luego por la mañana, si le recuerdo estos instantes, me quiere matar...Mira!

Laforet, Carmen, Nada, ed. by Rosa Navarro Durán (Barcelona: Ediciones Destino, 1945), p. 270-271.

sábado, 25 de febrero de 2017

'A Dream' de Edgar Allan Poe

A DREAM
Spirits of The Dead: Tales and Poems (1997), Edgar Allan Poe (1809-1849)


In visions of the dark knight
I have dreamed of joy departed-
But a waking dream of life and light
Hath left me broken hearted.

Ah! what is not a dream by day
To him whose eyes are cast
On things around him with a ray
Turned back upon the past?

That holy dream- that holy dream,
While all the world were chiding,
Hath cheered me as a lovely beam
A lonely spirit guiding.

What thought that light, thro' storm and night
So trembled from afar-
What could there be more purely bright
In Truth's a day-star?