domingo, 5 de marzo de 2017

Nada de Carmen Laforet

XXIV
Nada (1945), Carmen Laforet (1921-2004)


-Ninguna mujer sufriría lo que yo sufro, Andrea... Desde la muerte de Román, Juan no quiere que yo duerma. Dice que soy una bestia que no hago mas que dormir, mientras su hermano aúlla de dolor. Esto, dicho así, chica, da risa... Pero si te lo dicen a medianoche, en la cama!...No, Andrea, no es cosa de risa despertarse medio ahogada, con las manos de un hombre en la garganta. Dice que soy un cerdo, que no hago mas que dormir día y noche. Como no voy a dormir de día si de noche no puedo?... Vuelvo de casa de mi hermana muy tarde y a veces ya lo encuentro esperándome en la calle. Un día me enseno una navaja grande que, según dijo, llevaba por si tardaba yo media hora mas cortarme el cuello... Tu piensas que no se atreverá a hacerlo, pero con un loco así, quien sabe!... Dice que Román se le aparece todas las noches para aconsejarle que me mate... Que harías tu, Andrea? Tu huirías, no?
No espero a que yo le respondiera.
- Y cómo se puede huir cuando el hombre tiene una navaja y unas piernas para seguirte hasta el fin de mundo? Ay, chica, tú no sabes lo que es tener miedo!... Acostarte a las tantas de la madrugada, rendido todo el cuerpo, como yo me acuesto, al lado de un hombre que está loco...
>>Estoy en la cama acechando el momento en que él se duerma para dejar la cabeza hundida en la almohada y descansar al fin. Y veo que él no se duerme nunca. Siento sus ojos abiertos a mi lado. Él está destapado todo, tendido de espaldas y sus grandes costillas laten. A cada momento pregunta: "Estás dormida?"
>>Y yo tengo que hablarle para que se tranquilice. Al fin, no puedo mas, el sueo me va entrando como un dolor negro detrás de los ojos y me voy aflojando, rendida... Inmediatamente siento su respiración cerca, su cuerpo tocando el mio. Y me tengo que despabilar, sudando de miedo, porque sus manos me pasan muy suavemente por la garganta y me vuelven a pasar...
>>Y si siempre fuera malo, chica, yo le podría aborrecer y sería mejor. Pero a veces me acaricia, me pide perdón y se pone a llorar como un niño pequeño... Y yo, que voy a hacer? Me pongo también a llorar y también me entran los remordimientos..., porque todos tenemos nuestros remordimientos, hasta yo, no creas...Y le acaricio también... Luego por la mañana, si le recuerdo estos instantes, me quiere matar...Mira!

Laforet, Carmen, Nada, ed. by Rosa Navarro Durán (Barcelona: Ediciones Destino, 1945), p. 270-271.

No hay comentarios:

Publicar un comentario