Canto III Fue aquel día el asombro de la villa y escándalo de todo hombre sesudo, | |||
yendo tras él de gente una traílla | |||
que aterra a veces su ademán forzudo. | |||
Allí corren los chicos, aquí chilla | |||
una mujer al verle andar desnudo, | |||
y algunas que los ojos se taparon | |||
por pronto que acudieron lo miraron. | |||
Y andando así, la gente ya le acosa, | |||
y alguno allí de condición liviana | |||
quiere que pruebe la intención graciosa | |||
y el trato afable de la especie humana. | |||
Y arrojándole piedras, con donosa | |||
burla por gusto e intención villana, | |||
le hizo el dolor sentir, para que sepa | |||
que no hay placer donde el dolor no quepa. | |||
Que entró en el mundo nuestro mozo apenas. | |||
Y su dicha y el mundo bendecía, | |||
e inocentes miradas y serenas | |||
vertiendo en torno afable sonreía, | |||
cuando la bruta gente a manos llenas | |||
lanzaba en él cuanto dolor podía, | |||
que en traspasar disfrutan los humanos | |||
su dolor en el alma a sus hermanos. | |||
Sintió el dolor, y el rostro placentero | |||
súbito coloró de azul la ira, | |||
y ya el semblante demudado y fiero | |||
con ojos torvos a la gente mira. | |||
Huye el cobarde vulgo a lo primero, | |||
piedras después sin compasión le tira, | |||
gritan: al loco, y con temor villano | |||
huyen y le señalan con la mano. | |||
¿Quién de nosotros la ilusión primera | |||
recuerda acaso con su niñez perdida? | |||
¿Cuál el primer dolor, la mano fiera, | |||
que abrió en el alma la primera herida? | |||
¡Ay!, desde entonces, sin dejar siquiera | |||
un solo día, siempre combatida | |||
el alma de encontrados sentimientos, | |||
ha llegado a avezarse a sus tormentos, | |||
mas ¡ay!, que aquel dolor fue tan agudo | |||
que el alma atravesó sin duda alguna, | |||
fue de todos los golpes el más rudo | |||
que injusta nos descarga la fortuna. | |||
Cuando inocente el corazón desnudo, | |||
en el primer columpio de la cuna, | |||
se abre el amor en su ilusión divina, | |||
y en él se clava inesperada espina, | |||
¡y después!, ¡y después!... Así el mancebo, | |||
hombre en el cuerpo y en el alma niño, | |||
todo a sus ojos reluciente y nuevo, | |||
todo adornado con gentil aliño, | |||
del falso mundo el engañoso cebo | |||
corre y brinda bondad, brinda cariño, | |||
y el mundo, que al placer falaz provoca, | |||
dolor da en cambio al alma que lo toca. | |||
Mas deje: el mundo por su amor se encarga | |||
como un chorizo de curarla al humo, | |||
¡y de hiel rica quinta esencia amarga | |||
sacar para bañarla con su zumo! | |||
Luego la ensancha más, luego la alarga, | |||
la esquina, en fin, con artificio sumo, | |||
hasta que endurecida y hecha callo, | |||
suave al tacto le parece un rallo. | |||
Grave dolor el del mancebo ha sido, | |||
grave dolor, porque de aquella gente | |||
la injusticia y crueldad ha comprendido | |||
con que paga su amor tan inocente. | |||
No en el cuerpo, en el alma le han herido, | |||
que es niña el alma y varonil la mente, | |||
y del juicio y razón le ha dotado, | |||
para que juzgue el mal que le ha tocado. | |||
Sintió primero cólera, y pasando | |||
el físico dolor al pensamiento. | |||
Volvió los ojos tristes implorando | |||
piedad con amoroso sentimiento. | |||
Madre tal vez en su dolor buscando | |||
que temple con caricias su tormento, | |||
mas los nombres no sirven para madres, | |||
y aún apenas, si valen para padres. | |||
Cuando llegó un piquete, y bien le avino, | |||
que la gente ahuyentó con su llegada | |||
y el mozo, agradecido a su destino, | |||
miraba con placer la gente armada: | |||
pregúntanle después de donde vino, | |||
cómo va en cueros, dónde es su morada, | |||
y él, que no sabe hablar, nada responde, | |||
los mira, y sigue sin saber adónde. | |||
¿Y adónde va? A la cárcel prisionero, | |||
que andar desnudo es ser ya delincuente; | |||
él, entretanto, observa placentero | |||
los colores que viste aquella gente. | |||
Y de una bayoneta lo primero, | |||
al mirarla tan tensa y reluciente, | |||
tocó la punta en su delirio insano, | |||
y en su inocente afán se hirió una mano. | |||
Y éste fue entonces el dolor segundo, | |||
y dejaremos ya de llevar cuenta, | |||
que para algo Dios nos echa al mundo, | |||
y la letra con sangre entra y se asienta. | |||
Y así la razón gana, así el profundo | |||
juicio con la experiencia se alimenta, | |||
y porque aprenda, el mundo así recibe | |||
al que no sabe cómo en él se vive. |
martes, 19 de enero de 2016
El Diablo Mundo - José de Espronceda
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